Más de 466 millones de personas en todo el mundo sufren pérdida auditiva. El doble de personas sordas que personas ciegas. En Europa, la pérdida de audición afecta a una población de 71 millones de personas, pero las ciudades no están adaptadas a su discapacidad auditiva. Esto afecta a personas con disminución auditiva y también a quienes utilizamos, por ejemplo, auriculares o trabajamos en situaciones acústicas especiales como puede ser el uso de protecciones auditivas.

Aunque cuando hablamos de accesibilidad, sentimos que hemos avanzado bastante, lo cierto es que creemos que queda mucho trabajo que hacer en materia de accesibilidad acústica. Ésta pretende solucionar que cualquier persona, independientemente de su carencia auditiva, pueda acceder a toda la información de los espacios públicos o privados, servicios, actividades o eventos y que bajo ninguna circunstancia su bienestar corra peligro por no escuchar algo (avisos sonoros, alertas, notificaciones por megafonía, etcétera), mejorando encarecidamente su autonomía personal.

Así pues, insistimos, resolver la accesibilidad acústica no es solo para personas con discapacidad o con pérdida auditiva. El acondicionamiento acústico beneficia también a las personas con audición normal por la mejor comunicación y el aumento de la sensación de confort. 

Por ejemplo, la población cada vez utiliza más los auriculares. Los cascos pueden ser unos buenos aliados en muchas situaciones, pero cuando ejercemos como peatones o dentro de la estación de metro, la cuestión es otra.

Una peligrosa distracción 

Usar cascos puede brindar una experiencia auditiva inmersiva, permitiéndonos disfrutar de nuestra música, radio o podcast en cualquier momento. Sin embargo, es importante ser conscientes de que su uso también puede tener consecuencias en nuestra capacidad para percibir el entorno y las señales.

Los investigadores advierten que la audición es tan importante como la vista cuando se está en la calle. Cuando afrontamos pasos de cebra utilizando auriculares nuestra atención se reparte entre lo que escuchamos y la situación de tráfico en la que estamos. Queda claro que nos quita información que puede ser importante para nuestra seguridad en la vía pública.

Cuando estamos aislados de los sonidos ambientales, corremos el riesgo de distraernos y tener la concentración reducida. Un ejemplo sucede en las estaciones de tren, con el aviso del paso de un tren de alta velocidad sin parada o el cambio de vía de un tren que puede pasarnos desapercibido si estamos con la música a todo volumen, algo que podría desencadenar en una situación peligrosa si no nos damos cuenta a tiempo.

Lamentablemente, en las noticias hemos leído a menudo sobre siniestros por distracción: “Muere arrollado por un tren un hombre que paseaba con auriculares junto a las vías en Alicante”, según informó el diario ABC. “El atropello se produjo cuando la mujer circulaba con auriculares por un paso de peatones” noticia de la Cadena SER… y así la lista sigue.

En lugares concurridos como centros comerciales, es común que se anuncien avisos sobre niños perdidos a través de los altavoces. Si estamos usando auriculares, no tendremos conciencia sobre estos datos tan importantes y no podremos ayudar o alertar a las autoridades correspondientes.

En estadios y espacios públicos, es esencial estar atento a los mensajes de evacuación o instrucciones en caso de una emergencia. Si estamos desconectados de los sonidos que nos rodean debido al uso de cascos, perderemos estas advertencias y pondremos en riesgo nuestra propia seguridad y la de los demás.

Vale la pena resaltar que las personas con sordera se enfrentan a desafíos adicionales cuando acceden a zonas húmedas, como piscinas o clubes deportivos, donde el uso de audífonos puede ser imposible o inseguro. Estos entornos presentan barreras significativas para las personas con discapacidad auditiva, ya que dificultan la comunicación y el acceso a la información. Para garantizar la accesibilidad en estos lugares, es fundamental implementar medidas que permitan a las personas sordas disfrutar plenamente de estas experiencias.

En aeropuertos, los avisos son primordiales para evitar perdernos un vuelo por cambios en la puerta de embarque u horarios en la salida del avión. En algunos aeródromos, como es el caso de la red de aeropuertos Aena, pueden encontrarse bucles magnéticos. Sin embargo, estos se encuentran en áreas específicas, como en atención al cliente, y solo mejoran la accesibilidad de las personas usuarias de audífonos o implantes. Algo que supone un problema cuando hay alertas sonoras a través de megafonía constantemente.

Las personas sordas también deben tener otras precauciones, como incluir dentro de su maleta de viaje un vibrodespertador, esencial para llegar a tiempo a desayunar en el hotel o coger a horario su vuelo. 

Otros espacios en donde hay que tener especial atención a la accesibilidad son las líneas de producción con alta contaminación acústica, donde se usan protectores auditivos y no se pueden escuchar alarmas de emergencias, entre otras alertas.

La salud auditiva y la utilización de los cascos

Una revisión científica publicada en la revista British Medical Journal Global Health calcula que entre 670 y 1.350 millones de adolescentes y adultos jóvenes en el mundo están en riesgo de perder audición por exponerse a prácticas de escucha inseguras. 

En concreto, el 23,8% de los jóvenes que emplean dispositivos de audio personales a intensidad elevada y casi la mitad de los que acuden a lugares de entretenimiento ruidosos, como bares o discotecas, corren peligro de sufrir algún tipo de sordera o daño auditivo.

Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas que usan dispositivos de audio portátiles pueden exponerse en 15 minutos de música a 100 decibelios, al mismo nivel de sonido que un obrero del sector industrial en una jornada de ocho horas de trabajo a 85 decibelios. Los límites de volumen del oyente típico están entre los 75 y los 105 decibelios, unos umbrales que, para la OMS, son “motivo de preocupación”.
Cabe destacar que según un estudio de UK, las personas sordas tienen una esperanza de vida cinco años menor a la de los oyentes, y no porque tengan peor salud, sino debido a la falta de acceso a la información sanitaria. Un dato cuanto menos que invita a reflexionar.

Romper la barrera del sonido

Visualfy, consciente de esta problemática, ha diseñado un sistema para traducir las alertas e información sonora de espacios públicos en otro tipo de señales reconocibles por las personas sordas o con pérdida auditiva (bien por discapacidad o bien por uso de auriculares o protecciones) para adaptar distintos espacios de las ciudades a sus necesidades. Así, con notificaciones push en el móvil, en una pulsera inteligente o mediante señalética de luces con códigos de colores, pretende avisar de peligros o de las distintas situaciones que pueden afectar al buen uso o disfrute de un servicio. Información relevante para la seguridad y la accesibilidad a la información directamente en las manos de los usuarios.

Hoteles, oficinas, edificios públicos están incorporando tecnología de reconocimiento de sonido, traduciendo las notificaciones sonoras en alertas visuales para la comodidad y seguridad. En un hospital o un estadio deportivo, este sistema también permite a las personas sordas saber si es su turno de visita, o recibir una alerta de texto en el smartphone informando de lo que se está diciendo por megafonía.

Visualfy te avisa si suena la alarma de incendio, de gas o de evacuación, pero también de otras eventualidades como el sonido de un teléfono o de la puerta si estás en un hotel. Siempre confiable y disfrutando de la experiencia ya sea en el trabajo, en el transporte o haciendo uso de un servicio público.

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